¿Por qué mudarse a una residencia para adultos mayores?

Fotografía http://bit.ly/1qQHIkV

¿Por qué mudarse a una residencia para adultos mayores? Existen muchos motivos válidos, pero no hay mejor que preguntárselo a las personas que ya lo han hecho. Aquí hay un breve testimonio que responde a esta pregunta.

Algunas de las personas que son capaces de construir la decisión de mudarse a una residencia lo hacen cuando son conscientes de sus necesidades y de las posibles consecuencias de vivir solos o con sus hijos. La señora “Ami” de 83 años opina sobre este punto:

«Decidí venirme a vivir aquí, porque no es un asilo, sino la mejor alternativa, pues si uno desarrolla una enfermedad, se crean conflictos en la familia y no saben ni pueden atendernos y aquí eso está cubierto y la unión con la familia no se altera para nada; además creamos vínculos, amistades, aprendemos, tenemos actividades (…)»

En este testimonio podemos dar cuenta de la posición realista en la que se asume un adulto mayor consciente de cierto grado de fragilidad en sí mismo. Sabe que en caso de padecer alguna enfermedad se reducirán sus actividades y al mismo tiempo reducirán sus capacidades para ofrecer reciprocidad en los cuidados, lo que terminaría desgastando el vínculo con su familiar.

Las circunstancias de la llegada de la señora “Ami” al residencial fueron adversas y aunque sus hijos le ofrecieron que viviera en su casa tras el fallecimiento del abuelo, ella pensó que los estaría forzando a que la atendieran de modo que optó por el residencial. «Aquí estoy bien, ellos vienen y me visitan y todos felices», comenta. Insta a sus hijos a que pasen el tiempo con sus esposas e hijos, pues «cada quien tiene su familia». A pesar de tales adversidades “Ami” describe su experiencia en el residencial como un lugar donde puede crear nuevos vínculos y amistades.

¿Cómo se vive en una residencia para adultos mayores?

La experiencia de cada adulto mayor que decide mudarse a vivir a un residencial es muy distinta, las motivaciones de unos pueden llegar a ser insignificantes para los otros, mientras que algunos buscan comodidad y confort, otros lo llegan a atribuir a sus creencias religiosas.

El enviudar y vivir solo es una característica que muchas de las entrevistadas comparten, pero sería erróneo concluir que es la causa y motivación que adoptan para cambiar su estilo de vida para mudarse a un residencial para la tercera edad.

Abandonar los apegos materiales.

Cada persona atribuye significados diversos para mudarse a lo que muy probablemente sea su última casa, deben abandonar sus apegos materiales para conservar lo más indispensable. Indudablemente no es una decisión que se pueda tomar de la noche a la mañana, sino que debe construirse en base a necesidades reales y romper con miedo irracionales. Algunas personas encuentran en este desapego material, cierta liberación. La señora “Mari” de 87 años cuenta sobre esto:

«Un día de Navidad les rifé a todos mis hijos y nietos todo lo que había en la casa, parejo, lo que les toque les toca y ya, lo hice legal (…) así todo lo que tenía lo rifé entre todos ellos: charolas, vajilla pintada a mano. Así soy yo. Aquí en Quintalegre tengo los muebles que traje de (mi casa) y así quiero vivir, en mi nido, algunos cuadros, objetos decorativos…».

Es importante que al reducir el espacio que tienen en su nueva residencia las personas eligen los objetos más valiosos no por su costo monetario, sino por el significado que guarda para ellos. Es común que aquello que se vea decorando los muros de las habitaciones sean fotografías más que cuadros. La señora “Roma”, una de las más jóvenes en la residencia con 77 años, en su primer mes de vivir en la residencia, explica al respecto: «Yo mi cuarto ya lo puse mi gusto y yo encantada».

Aunque se busque que la mudanza a una casa de retiro sea una elección propia del adulto mayor, no puede desligarse de un profundo consenso familiar. Sin importar si el adulto mayor tiene uno, varios o ningún hijo o si su pareja vive o no, la realidad es que debe haber un convencimiento pleno de algunas de las partes para efectuar la mudanza, y la otra parte, el adulto mayor o la familia, debe cuando menos ceder parcialmente.

Y tú, ¿cómo crees que vivirías en una residencia para adulto mayores?

Inteligencia Emocional en el #AdultoMayor

Foto por homecaregiverstore – Post original: http://bit.ly/1fpWio6

Cuando vemos a los adultos mayores de hoy nos damos cuenta lo lejos que están de aquellas concepciones estereotipadas sobre la inactividad y la tristeza. Es muy común ver a personas mayores saludables y activas, llevando a cabo algunos de los pasatiempos que no habían tenido tiempo para realizar o disfrutando de sus pasiones de antaño, abundan las personas mayores con estados de ánimo llenos de jovialidad y alegría que recuerdan el pasado no con nostalgia sino con placer.

Para hablar de estas personas que con los años siguen fomentando la actividad, la vida en plenitud y el desarrollo de su propio proyecto de vida, decimos que han cultivado un envejecimiento exitoso, que va más allá de solamente pensar en una vejez saludable pues involucra aspectos psicológicos, sociales y espirituales de la persona.

La pregunta que surge entonces es: ¿por qué algunas personas pueden envejecer exitosamente y otras desarrollan hábitos poco saludables? Sabemos que no existen recetas para la vida, pero sin duda parte de la respuesta a esta cuestión radica en la inteligencia emocional.

La inteligencia emocional involucra nuestra capacidad de reconocer y darle sentido a toda la maraña de sensaciones y emociones que nos invaden con el día a día. Aunque pareciera algo bastante sencillo, el poder darnos cuenta de las cosas que sentimos arrojará gran luz sobre cómo pensamos y actuamos, nos permitirá manejar de una forma más efectiva nuestra emocionalidad y explotar al máximo nuestra alegría, satisfacción y júbilo, mientras que nos dará herramientas para aceptar la tristeza, la ira y el dolor inherentes a estar vivo.

El conocer y manejar de forma adecuada nuestras emociones nos permite tener relaciones más satisfactorias con nuestros seres queridos, además de iniciar nuevas amistades. Nadie quiere ser el abuelo regañón que critica fuertemente las acciones de los nietos y que a la vez se queja de lo poco que lo visitan. Manejar con inteligencia las emociones nos permite vincularnos con los demás y evitar arranques de ira o estrés, como bien decía el filósofo griego Aristóteles refiriéndose a la serenidad necesaria para manejar las emociones y en este caso al enojo: «Enojarse es fácil, pero enojarse en la magnitud adecuada, con la persona adecuada, en el momento adecuado eso es cosa de sabios».

La inteligencia emocional no es exclusiva de una edad, todos podemos desarrollarla en cierta medida, sin duda explorar nuestra emocionalidad nos lleva a recorrer caminos inhóspitos encontrando momentos que nos harán reír, llorar, recordar o disfrutar, pero el beneficio es grande: traerá efectos positivos en nuestra autoestima y conseguiremos extender una red de apoyo integrada por personas que estén gustosas de poder apoyarnos cuando lo necesitemos. Vivir desarrollando la inteligencia emocional es vivir en plenitud y nos ayuda a recordar que ¡Ser mayor es vivir a lo grande!

Aquí hay cinco consejos para el adulto mayor que quiera desarrollar su inteligencia emocional:

  1. Plasmar los sentimientos en palabras. Si queremos experimentar nuestras emociones de una forma más sana debemos ser capaces de expresarlas por medio del lenguaje. Expresemos las cosas que nos hacen disfrutar y también nuestros miedos; de este modo se puede gozar de una mayor serenidad.
  2. Ser flexibles. Las personas que son más flexibles consigo mismas y con los demás podrán disfrutar con mayor libertad de sus emociones, no se critican a sí mismas por ser firmes ni juzgan a los demás por actuar de forma distinta. Todos somos humanos y experimentaremos dichas, vergüenzas o decepciones de igual manera.
  3. Autocuestionarse. Las creencias muy rígidas pueden causarnos malestares emocionales, aquel que logra cuestionar sus pensamientos más arraigados puede desarrollar ampliamente su autoconocimiento. El adulto mayor puede preguntarse por ejemplo, ¿cómo deseo continuar mi vida? ¿cómo me gustaría ser recordado? ¿qué mensaje me gustaría darle a mis hijos y nietos?
  4. Adaptarse a los cambios. El envejecimiento involucra cambios, como todo proceso en la vida. Algunos de ellos podrán ser corregidos con aparatos de audición, lentes o un bastón, si aceptamos nuestro cuerpo como es no lucharemos con pensamientos tipo: “me veo viejo usando esos lentes” o “los bastones son para viejitos”.
  5. Desarrollar un proyecto de vida. Si deseamos tener inteligencia emocional, necesariamente debemos encontrar cosas que nos apasionen, para ello podemos desarrollar proyectos que sigan dando felicidad y sentido a cada uno de nuestros días. Las grandes personas requieren grandes proyectos de vida.

Por Christian Núñez, Coordinador de Club de Día del Residencial Quintalegre.

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